miércoles, 18 de marzo de 2015
jueves, 12 de marzo de 2015
en secreto, para ti
y si yo dejara aqui grabadas estas extrañaciones, acumulandolas poco a poco, y no dijera a nadie, no las publicitara, no cayera en la ansiedad de lo notorio, de otro gesto de plenitud, recargando al mundo con otra pieza de la combinatoria alfabética. en fin, sin disgresion, si aqui estuviera todo, y nadie con la clave para encontrarlo, para saber qué soy yo, quién soy yo.
otro lenguaje
porque llega un día en que ser humano ya no parece tan extraordinario, tan superior, sino una cosa mas.
en que crees que has hecho de todo un poco y mas o menos es asi, quiza variarán las cantidades, pero las categorias seran las mismas, casi todas recorridas o experimentadas.
y entonces hace falta el salto, hace falta el arte:
una bailarina que llega y habla del amor si usar las palabras, los consabidos gestos y posturas, que se pone el brazo de trompa y husmea el escenario vacío buscando el olor de un hombre, y agarra ese hilo de aire, y por ahí su cuerpo dúctil enfila y se acerca al fantasma de un recuerdo.
y con el cuerpo corcoveando lo recorre hasta que se le posa cerca de la entrepierna, como una mariposa descuidada.
y el, que no esta en el escenario, la mira con dolor, pues es un rayo el deseo, y el sabe que habra tiempo y espacio entre ambos, una fisiologia en la que el se acumula, contrae, para desatarse como una gota en un alero, recorriendola, a ella, que viene de los paises sin lluvia.
ella se aova, su flexibilidad le permite unir pies con cabeza, toda vuelta cero, aro de fuego en el circo donde el tigre salta frente a inquietos espectadores que se suman al espectáculo al sentir el ajuste de sus prendas intimas, espectadores cuyas venas se ahorcan, cuyas arterias se dilatan, en silencio, mientras ella los guía hacia su adentro, mientras él atraviesa ese arco de su cuerpo invitante.
como un pulpo, como un calamar, como una criatura peligrosa y fosforescente baila abriéndose, ella baila cerrándose, acomodando el útero en el fondo de la cueva, como una flor cortada, como una fruta pintona que de golpe madura, sacudida por un grito que no se da con la voz, sino con el cuerpo sudoroso, desliéndose en la oscuridad, donde ocurre el milagro.
se abre o no se abre?. entra o no se entra. se eleva, se voltea, un pie en el aire y el otro en el borde del proscenio, a punto de caer, a punto de ser recogida por el público actuante, que vacila en arremeter la luz, más huérfano ahora que ella desaparece, otra hoja de otoño, arrastrada por el vendaval de los telones.
en que crees que has hecho de todo un poco y mas o menos es asi, quiza variarán las cantidades, pero las categorias seran las mismas, casi todas recorridas o experimentadas.
y entonces hace falta el salto, hace falta el arte:
una bailarina que llega y habla del amor si usar las palabras, los consabidos gestos y posturas, que se pone el brazo de trompa y husmea el escenario vacío buscando el olor de un hombre, y agarra ese hilo de aire, y por ahí su cuerpo dúctil enfila y se acerca al fantasma de un recuerdo.
y con el cuerpo corcoveando lo recorre hasta que se le posa cerca de la entrepierna, como una mariposa descuidada.
y el, que no esta en el escenario, la mira con dolor, pues es un rayo el deseo, y el sabe que habra tiempo y espacio entre ambos, una fisiologia en la que el se acumula, contrae, para desatarse como una gota en un alero, recorriendola, a ella, que viene de los paises sin lluvia.
ella se aova, su flexibilidad le permite unir pies con cabeza, toda vuelta cero, aro de fuego en el circo donde el tigre salta frente a inquietos espectadores que se suman al espectáculo al sentir el ajuste de sus prendas intimas, espectadores cuyas venas se ahorcan, cuyas arterias se dilatan, en silencio, mientras ella los guía hacia su adentro, mientras él atraviesa ese arco de su cuerpo invitante.
como un pulpo, como un calamar, como una criatura peligrosa y fosforescente baila abriéndose, ella baila cerrándose, acomodando el útero en el fondo de la cueva, como una flor cortada, como una fruta pintona que de golpe madura, sacudida por un grito que no se da con la voz, sino con el cuerpo sudoroso, desliéndose en la oscuridad, donde ocurre el milagro.
se abre o no se abre?. entra o no se entra. se eleva, se voltea, un pie en el aire y el otro en el borde del proscenio, a punto de caer, a punto de ser recogida por el público actuante, que vacila en arremeter la luz, más huérfano ahora que ella desaparece, otra hoja de otoño, arrastrada por el vendaval de los telones.
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