lunes, 23 de noviembre de 2020

movimiento San Isidro



La llamada siempre fue a pensar pero sin hacer sinapsis, lo que, obviamente, es imposible. Ergo: nunca ha querido que pensemos, sino que almacenemos bits de información y que luego, ante el estímulo apropiado, las devolvamos. Ahora que las redes permiten sinapsis quasi espontáneas y aleatorias, el esfuerzo mayor del administrador de la red es evitar que las sinapsis ocurran intencionalmente enfocadas. La formación de consensos en Cuba, sin la mediación del estado, o de sus organizaciones políticas, siempre fue vigilada, cubierta de sospecha, o reprimida. Esa fue la causa principal de la postrimera entrada de los cubanos al mundo de internet. En su papel de iglesia medieval o de poder colonial, nuestros protohombres, superpadres, nos intentaban mantener encapsulados, esgrimiendo justificaciones economicistas o de justicia: internet para nadie si no puede ser para todos. Por supuesto, con el matiz elitista que este Todos y Nadies siempre adquiere en el discurso del poder. Ellos son Nadie, el astuto Odiseo que engaña al pueblo, gigante poderoso y ciego. Así, Nadie tenía internet antes que Todo, como mismo tuvo Resonancia Magnetica antes el CIMEQ que los hospitales de mayor volumen asistencial de Cuba. Es fácil observar en la manera en que se asedia a las voces disonantes más recientes, dónde se pone el énfasis. Se les impide salir de sus casas, se les arrebatan los teléfonos, se les «corta» la internet. Se saca a la palestra a un «guerrero cubano» que puede decir consuetudinariamente, con menos empaque y matizado de detalles sórdidos, lo que antes llegaba un día, como última opción, al noticiero. Las acusaciones son las mismas: asalariado, mercenario, etc, como si el hipertrofiado aparato de vigilancia no se alimentara también de las remesas, de la jugosa productividad de los cubanos en el extranjero. Ahora que sabemos que son empresas militares las que manejan todas esas finanzas, el nexo de la seguridad del estado con la mafia cubano-americana, es mucho más claro. Ahora mismo, un grupo de cubanos, que se parece tanto a la Cuba actual como se le parecen las policías chusmas, los segurosos machangos, los aduaneros cínicos; un grupo de gente que llevan tatuajes o no, que hablan con aspavientos o no, que expresan grandes ideas o no, que tienen toda la razón o solo una parte, decide ejercer su derecho de discrepar, de conectarse, de actuar coordinadamente, de querer mostrarlo, con el valor para todo esto a sabiendas de a dónde pueden conducir esos actos en las últimas décadas de rebalsamiento de la historia cubana; con la inocencia y la fe -y la inteligencia y la determinación- necesarias para intentar derrotar cualquier destino manifiesto. Entonces, nuestras cabezas parlantes que en público invitan a pensar, herederos plenipotenciarios del ideario martiano, guardianes del espíritu rebelde de Fidel y el Che, se alarman ante dichos insurrectos de la comuna de San Isidro, y en privado maquinan para quitarles la voz a esas neuronas de abrazos abiertos que han logrado identificarse con códigos de amistad, de sociabilidad, de rebeldía artística, de inconformidad militante. Las cabezas parlantes cuchichean sus órdenes, enfocadas a transmutar las esencias en formas apedreables, desoibles, silenciables, empiezan a cercenar las dendritas, a reventarles los axones….




II

¿Cómo se protesta correctamente contra el que no quiere que protestes , contra el que posee todos los medios para amplificar una protesta y lograr un impacto, contra el que te impide salir del anonimato de lo posible y entrar en el ruedo de lo probable? ¿Cómo se justifica tanto escrúpulo y fariseísmo intelectual, tanta piedad por la forma, cuando se le ha caído a mandarriazos a los contenidos, a las esencias? Nada de lo que sucede en San Isidro es nuevo. Ahora es solo más visible. Cuántos mártires de la Revolución, violentos y decididos en sus convicción, fueron desechados desde la cómoda corrección burguesa? ¿A cuántos bandoleros veneramos, cuantos nombres de narcisistas, ególatras, indecentes, forman los panteones de héroes de cualquier nación del mundo? Gente martirizada anónimamente en Cuba sobra, cuando nadie veía nada ni se atrevía a decir nada, aún infatuada con la gloria por venir, gente que locas en su soledad decían lo que había de venir y vino por la reiteración eficaz del abuso del poder, tratando de rebelarse contra ella, jamás encarceladas por motivos políticos, sino por cualquier desacato, transgresión, circunstancia, que permitieras ponerlos tras las rejas, o chantaje, presión, zozobra, que permitiera ponerlos camino al exilio. En San Isidro hay que celebrar que son jóvenes, que no vienen de ninguna de las asociaciones políticas opositoras tradicionales, que son diversos, cultos y vulgares y a la vez, correctos y desenfrenados, que reclaman esencias, no una postura política en particular, ni una estrategia ideológica o de gobierno mágica, pues su unidad, su credo, es que se rebelan, se reviran, se levantan, se arrojan, contra el dominador, contra el abusador, contra el poderoso aparato de represión, contra el dueño de los diálogos y las soluciones y la expresiones. El movimiento San Isidro es eso, una apertura de ajedrez, piezas que se lanzan al ruedo con la alta disposición de ser prontamente sacrificadas, iniciadoras de un juego que lleva mucho tiempo detenido. Que rinda sus mejores posibilidades, no depende de ellos, depende de todos nosotros.