jueves, 27 de octubre de 2022

la explosión auténtica

 Giordan escribió el 1 de septiembre de 2022, 8:07, "se convierta en el detonante de la explosión auténtica". Me hizo acordar no se por que de TS Elliot en el final del poema Los hombre huecos: "así es como termina el mundo/ no con un estallido, sino un lamento" (this is the way the world ends/not with a bang but a whimper"). Tambien del cuento del hombre de mucha fe que se está ahogando, y espera que Dios lo salvará, y cuando viene otro hombre en un bote y le ofrece ayuda la rechaza, pues Dios es quien lo salvará, y cuando se muere ahogado y está frente a Dios, le recrimina el no haberlo salvado y Dios le dice, pero si yo te envié un bote... En fin, que si para escuchar a los que protestan hay que esperar por la protesta auténtica, dentro de los parámetros, legislada, con garantías de la inmanipulabilidad de quienes protestan, con el imperio mirando a otra parte, y los odiadores y mercenarios conveniente y coincidentemente desinteresados de nuestro drama..... pues será la primera protesta burocratizada de la historia, casi como una tribuna abierta de aquellas que no gastaban recursos, o un definitivo lamento por el estado de cosas a que nos condujo tanta sordera precedente. Y el Dios en esta historia nos interpelaría diciendo: por qué no escucharon todas las protestas anteriores, por qué no se sirvieron de esa participación popular para corregir el curso de los acontecimientos, por qué siguieron pensando que iban bien como iban? Un problema de cambiar es el miedo al cambio, que es razonable, aún después de que se haya dado respuestas a las preguntas imprescindibles: cambiar a qué, cómo y por qué. Pero mientras más se niegue la posibilidad de cambiar cuando hay necesidad de cambios, más desorganizado ocurrirá el cambio, más incertidumbre lo rodeará. Eso acarrea, por supuesto, más miedo. Ese es el pecado enorme de los continuistas e inmovilistas: no están evitando un cambio -que es inevitable, pues el sistema, aun cuando opere en circunstancias muy específicas, acumula tensiones que más a la corta que a la larga son autodestructivas- no lo evitan, sino que catalizan otro cambio más precario o más sorpresivo. Se trata de otra profecía que consciente o inconscientemente tratan de autocumplirse quienes detentan el poder. Para justificar su función de insustituibles paladines-profetas, amenazan “vendrá el lobo”, mientras, como resultado de su falta de previsión o proactividad o humildad... garantizan el azote de un peor castigo sobre el rebaño que no se conformó con pastar obediente en la grama del autocrático sueño.