sábado, 24 de febrero de 2024
dos mitos cocinados por Fidel
La profesora Alina Bárbara López Hernández echa por tierra de un tajo dos mitos cocinados por Fidel y vomitados diligentemente por muchos de los comensales del atracón reinvolucionario. Primero, el mito de que los dirigentes siempre han estado dispuestos a escuchar, incluso dialogar, más aún, permitir participar, a quien muestre su desacuerdo con el ' proceso', con el modo en que Ellos lo dirigen u organizan, si este desacuerdo es expresado con los auspicios de la Santísima Trinidad de momento preciso lugar adecuado y forma correcta, y desde posiciones revolucionarios, por alguien tan honesto valiente y comprometido como para estar dispuesto a jugarse la vida en ello. El Segundo mito, que hace tautológico juego al primero, es que nunca nadie capaz de expresar tal desacuerdo reuniría los requisitos éticos necesarios esbozados en el primer mito. O sea, que nunca podría existir uno que se atreviese a disentir desde posturas honestas, razonado convencimiento, de clara coherencia entre vida y palabra, y con el valor para afrontar las consecuencias de su osadía para cuestionar el poder, y esperar que dicho cuestionamiento produjese un cambio, un efecto en dicho poder. Ese poder se enquistó y salvaguardó tras esos mitos, descaracterizando, acosando, tergiversando a todos los atrevidos. Pero con Alina nada de esto han funcionado, como tampoco funcionó muchas veces en el pasado contra otros. Solo que ahora es más difícil ocultar y más difícil silenciar e invisibilizar. Y más difícil aun mantener la fachada de la Revolución triunfante, eficaz, como inevitable instrumento garante del Paraíso. Esos dos Mitos, como Trampa 22 de bajo costo, se desvanecen igual que aquel mineral del siglo, la zeolita, o el moringa-maná que acabaría con el hambre en Cuba, frente a la coherencia, la transparencia, la inteligencia y el valor, de Alina Barbara Lopez Hernandez.
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