lunes, 13 de mayo de 2024
con desánimo, sobre la necedad y lo necio
Escribo con desánimo. Mucho de lo que veo en Cuba, y fuera de Cuba, me duele y desanima. Tengo una tía enferma en Villa Clara, casi 80 años, aun al pie del cañón desde que se inicio como fundadora de la docencia médica en Villa Clara. Por ella me hice médico, y en parte de ella, cuyo hijo me considero ya que que su único hijo falleció con menos de 1 año de vida, también heredé el amor por la obra de la Revolución. Pero como ella está en Cuba y yo soy un médico que ´desertó´ a sus cuarenta años de vida (después de haberse graduado con excepcional rendimiento académico e integralidad, y haber ido a pasar el servicio social al lugar de difícil acceso donde lo envió ´la Revolución´, y de cumplir misión en Haití, donde también lo envió la Revolución, y de hacer una especialidad becado en las condiciones jodedoras de una beca de la Revolución, de ganarme una plaza en un instituto del nivel terciario donde pude trabajar luego de un año rogando liberación al director de salud de Villa Clara que se creía la voz de la Revolución, y desde donde partí hacia una colaboración médica para poder pagar el techo de la casa que se me cayó encima, donde luego de dos años según lo estipulado en el contrato, mandando la mitad de mi salario a la Revolución, decidí no regresar a Cuba por muchas razones que alargarían esta larga oración, pero que desde el 2017 hasta acá se han hecho cada vez más racionales, más certeras)... como yo ´deserté´, pues ella debe ser castigada, muriendo con la añoranza de verme antes de morir. Las razones humanitarias no nos amparan, pues el gobierno revolucionario solo haría excepciones al castigo contra los médicos desertores y sus familiares, en caso de lazos sanguíneos de primer grado. Pero igual, me dice -se dice- ella a manera de consolación, las pastillas que toma, el material de curación, las comidas, solo son posibles desde este lado de la nostalgia. Yo también me pregunto ¿será que la necedad parió con todos nosotros? ¿somos más o menos hijos de la necedad los que no alcanzamos a que nos fuera rentable ni siquiera en honores o fervores? Alguien me ripostará que no todas las necedades son iguales, y entonces estará aceptando que no son iguales todos los necios... y viceversa. Y de esa diferencia se trata. Yo aquí, entre la pobreza del imperio, me considero un necio antibloqueo, un necio en contra de la mercantilización de la salud y la educación, un necio contra la politiquería venal y banal, contra el guerrerismo, contra la inequidad, un necio que cree en la posibilidad de una Cuba y unos cubanos mejores, dictada por nuestra historia desde Colón y Guamá hasta Otero Alcántara y Fidel, a pesar de las malicias de los imperios llamense España, Bretaña, norteamericano o soviético. Pero también soy un necio contra cierto tipo de necio abundante y bifronte. El necio que cacarea contra un enemigo porque sí, y se define, y lo define todo, por ese enemigo, en un operación de psicología inversa, infantiloide perreta. Cualquier cosa menos el comunismo, dicen esos necios, o cualquier cosa menos los yanquis, dicen los otros necios: son el enemigo. Todo lo que ha traído el comunismo es malo, todo lo que ha hecho Estados Unidos es malo, según su lógica... y así huyendo, unos y otros llegan a los fascismos. O llegan demasiado tarde a la realidad. Y Cuba, mientras tanto, se va disolviendo. De ambos lados, politicos y políticas de una vez y de una voz, sintonizados a un discurso que les viene dado de antes y/o de arriba, inculcado, inyectado, como a quien le dan la fruta arrancada de un árbol, no como quien, fértil pradera, recibe semilla y obra una germinación. ¿Quien es la semilla, quien es el sembrado? No lo es el Comandante en Jefe, no lo es Trump, no lo es el anticomunismo, no lo es El Capital. Es el pueblo, es la gente, es el momento que se vive, quien hace germinar una política para que de frutos la tierra en que se vive. Esa es la continuidad, la del oído pegado a la necesidad y la aspiración no solo de los que se van yendo, sino de los que van llegando, pues la política no es para pasado, sino para futuro, así que una política y unos politicos por detrás de su tiempo no sirven. ¿Por qué tenía MDC que esperar cinco años, un segundo mandato, una rebelión popular, un éxodo masivo, para declamar que la emigración es pueblo cubano y ha de contarse con ella y trabajarse también para ella, pues ella trabaja para cuba toda en su gran mayoría? ¿Por compromiso con los que están muertos, compromiso con palabras iracundas que la realidad ha demostrado desacertadas y contraproducentes, por compromiso de los que ya pronto morirán también? ¿Habrá que esperar cinco años más, a que suba el PIB, a que se llenen los hoteles, a que se descubra el petróleo, para dejar de estimular el falseamiento y/o secretismo de las estadísticas de salud, de la actividad económica, de GAESA, etc, como si esa misma cadena de mentiras no fuera la que impide que aumente la productividad, que se separe lo que vale de lo que vale menos, al mentiroso y oportunista del integro, a la paja del grano? ¿Preocupados por quien, por el enemigo? Ese que sigue la psicología inversa siempre va a criticar, siempre va joder, desde Miami o desde Guaracabuya. Apeguemonos todos a los ideales, a los valores, a la justicia, al culto a la dignidad, y dejemonos de ceremonizar tanta circunstancia. Si nos hundimos, que sea porque intentábamos trocar en milagro el barro, como dice el gran poeta, no por hacer que parezca que el barro tiene suficiente brillo.
domingo, 12 de mayo de 2024
dia de las madres
Celebrar. Nada en especial, solo eso, el poder estar todos juntos para celebrar el hecho fortuito de coincidir en el tiempo y en la genética y en el amor, tres azares que acaso también podrían llamarse vida y familia. Ese, quizás, fue uno de nuestros dones, que ahora me parece extinguido, atrofiado. Ojala me equivoque, pues no hay otra manera mejor de honrarlas y recordarlas. Reunidos, celebrar.
Hay en la ausencia, una mesa,
y la mesa está servida,
y, aunque ausencia y mesa plenas,
aun la cocina trajina:
mi abuela sueña buñuelos,
mi madre, dulces de harina,
y mi tía da un consejo
mientras prepara natilla.
Cubiertos con su cencerro
en caminos de vajilla,
ya bajan desde el recuerdo
pero el aire es quien se arrima.
Hay en la ausencia, una mesa,
y la mesa está servida,
y, aunque ausencia y mesa plenas,
aun la cocina trajina:
mi abuela sueña buñuelos,
mi madre, dulces de harina,
y mi tía da un consejo
mientras prepara natilla.
Cubiertos con su cencerro
en caminos de vajilla,
ya bajan desde el recuerdo
pero el aire es quien se arrima.
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