miércoles, 5 de febrero de 2020

Ursula


A propósito de la entrada, y algunos temas/comentarios recientes, entrego estos fragmentos de una charla de Ursula K. Le Guin, titulada Instrucciones de operación o Manual de Instrucciones (The operating instructions), que aparece recogida en su libro Las palabras son mi asunto (Words are my matter):

En (Norte)América la imaginación es vista generalmente como algo que podría ser útil cuando se rompe el televisor. La poesía y el teatro no guardan relación con la política práctica. Las novelas son para estudiantes, amas de casa y aquellos que no trabajan. La fantasía es para niños y gentes primitivas. La educación es para que se pueda leer el manual de instrucciones. Yo pienso que la imaginación por sí misma es la herramienta más útil que la humanidad posee. Derrota al pulgar oponible. Yo puedo imaginarme viviendo sin pulgares, pero no sin mi imaginación.

Escucho voces coincidiendo conmigo. “Sí, sí”, exclaman. “La imaginación creativa es un extra tremendo para los negocios. Nosotros apreciamos la creatividad, la recompensamos.” En el mercadeo, la palabra creatividad ha venido a significar generación de ideas aplicables como estrategias prácticas para incrementar las ganancias. Este reduccionismo ya lleva tanto tiempo ocurriendo que la palabra creativo difícilmente pueda degradarse más. Yo no la uso ya, habiéndola cedido a capitalistas y académicos para que la abusen como quieran. Pero no podrán tener a imaginación.

Imaginación no es un medio para hacer dinero. No tiene espacio en el vocabulario de la rentabilidad. La imaginación no es un arma, aunque todas las armas tienen su origen en ella y sus usos o no usos dependen de ella, como con cualquier otra herramienta y su empleo. La imaginación es una herramienta esencial de la mente, una manera fundamental de pensar, un medio indispensable para llegar a ser y permanecer siendo humanos.

(…) Los niños tienen imaginación para empezar, como tienen cuerpo, intelecto, capacidad para el lenguaje: atributos esenciales para su humanidad, cosas que necesitan aprender cómo usar, cómo usarlas bien. Tal enseñanza, entrenamiento y práctica debe comenzar en la infancia y continuar toda la vida. Los jóvenes seres humanos necesitan ejercicios de imaginación tanto como necesitan ejercitarse en todas las habilidades básicas del vivir, corporales y mentales: para crecer, por salud, por suficiencia, para la dicha. Y esta necesidad continúa mientras la mente esté viva.

Cuando a los niños se les enseña a escuchar y aprender la literatura central de sus pueblos, o en las culturas con escritura, a leer y entender lo que leen, la imaginación consigue una buena parte del ejercicio que necesita.

Nada más hace tanto por la mayoría de las personas, ni incluso las otras artes. Somos una especie palabrera. Las palabras son las alas con las que vuelan tanto el intelecto como la imaginación. La música, las danza, artes visuales, manualidades de todo tipo, son todas centrales al desarrollo humano y al bienestar, y ningún arte o destreza es jamás inútil aprendizaje; pero para entrenar la mente a que despegue de la realidad inmediata y luego vuelva a ella con un nuevo entendimiento y fortaleza, nada iguala a historias y poemas.

(…) Lo que un niño necesita, lo que necesitamos todos, es encontrar algunos otros que imaginaron la vida siguiendo líneas que cobran sentido para nosotros y dejan cierta libertad, y escucharlos. No oír pasivamente, sino escuchar.

Escuchar es un acto comunitario, que toma espacio, tiempo y silencio.

Leer es una manera de escuchar.

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