lunes, 9 de diciembre de 2019

fragmentos de Martí

OC 22, fragmento 296, pg 199.
Tras las épocas de fe vienen las de crítica. Tras las de síntesis caprichosa, las de análisis escrupuloso. Mientras más confiada fue la fe, más desconfiado es el análisis. Mientras mayor fue el abandono de la razón, con más atrevimiento y energía luego se emplea. De nada nos vengamos nunca tan completamente como de nosotros mismos.

...pero no se dé a otro, como cosas que estorban, las riendas de nuestro pensamiento y albedrio, a que por nosotros las mueva, y a su sabor nos guie y ensille; porque si se usa mal de ellas, como hacen siempre los que se ven con muchas bridas en las manos, habremos naturalmente de dar cuenta del empleo de las riendas que nos fueran dadas por Naturaleza para nuestro propio uso.

Pero el que se aísla en la contemplación del detalle corre riesgo de incapacitar su mente para la comprensión y penetración del conjunto: como de estudiar en un solo punto la analogia universal ha
surgido, como consagración incompleta de una verdad que el Universo publica, la teoría darwiniana: que todo esto, si se recuerda bien los petimetres de brazos en punta que nos han dado motivo a esta disertación viene casi a cuento, y es la explicación de toda ella, nacido de habernos asaltado el pensamiento de que los que a tales petimetres viesen, no creerían con los darwinianos pacotilleros, que el hombre viene del mono, sino que va a él.

fragmento 297, pg 200.
Tras las épocas de fe vienen las de critica.-El hombre, avergonzado de haber dejado mucho tiempo sin ejercicio sus facultades. se encarniza en su empleo; y de haber causado con su abandono que se las desdeñaran, se revuelve y entra en orgullo y miedo, y quiere que sean, y se las tenga, por omnipotentes. Siempre, después de un diosismo excesivo, ha venido en la historia del mundo el diosismo humano. La fiebre de soberbia se calma; los dioses convencionales quedan deshechos; pero
el hombre, descontento de sí o cansado, o incapaz dc explicarse por si mismo, o sincero, deja que surja de sí serenamente, como un aroma, el confuso y deleitoso espíritu de Dios que le dio vida; que apretado por los aires, a los vapores y luces de la Naturaleza, con el de los demás hombres, condensa el Dios nuevo. La razón, como un soldado leal, depone las armas después de la victoria en el altar impalpable e invisible de lo maravilloso.

fragmento 2, pg 12.
 Y si a los esp., por ser españoles, los ataco, mi padre saldría de la tumba, y me diría: parricida.-
Pero el mal gobierno, la opresión, la ignorancia en q. vivimos, la miseria moral a q. se nos condena, esto ¡padre mio! no eres tú, eso no es España, sino otro país; eso es infamia y abominacíon, y dondequiera que lo encontraras lo has de acabar.

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