viernes, 15 de julio de 2022
el juego
Yo no le hago el juego a nadie (que equivale a decir que lo hago en la misma medida en que todos somos parte de los juegos de los demás), pero me rehúso a no hacerle el contrajuego a quienes impunemente cuestionan el albedrío de otros para expresarse gratuitamente. La gratuidad es un concepto requeteviejo, de larga tradición cristiana, e incluso pagana: lo creado anda en gratis pasada por este mundo, sin necesidad de justificar su existencia ni su experiencia, salvo ante divina voluntad. Si todo aquel que disiente de la manera en que se desenvuelve la sociedad cubana (en el sucesivo presente), poniendo énfasis en la responsabilidad que atañe a la forma en que está estructurada y es conducida, si todos esos a priori resultan ser solo víctimas de un equívoco, unos equivocados: equivocados los argumentos, equivocadas las maneras, equivocadas las motivaciones, o equivocada la potestad porque inconsciente o voluntariamente se alinea con una agenda enemiga que también está equivocada, ¿acaso no se estará enunciando, por simple espíritu de contradicción, que ya se posee el camino hacia la verdad, el santo y seña de la perfección? De ahí a la Gracia Divina no falta mucho. Y eso arrojará inequívocamente de vuelta a la gratuidad. Como se ve, por reducción al absurdo, infalible método lógico-matemático, cualquiera de los pasos que completan este círculo, vicioso y viciado, es falso. Si ese no es el caso, matemáticamente existe otra posibilidad: lo que se posee, lo que se proclama, es el rotundo derecho a una rotunda equivocación… que si fuera cosa de uno solo, o de muchos como uno solo… pero no, repetidamente se demuestra que este no es el caso: se fracasa una y otra vez en el empeño de lograr el imán de un solo polo.
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