viernes, 6 de marzo de 2020
yo entiendo
Silvio, me pasé la mañana entre los pacientes y escribiendo lo que envié al blog antes, sin leer los otros comentarios que fueron apareciendo, incluido el tuyo. Pero intuía que en algún momento iba a caer. Ahora he visto gente por ahí que empieza a sacar puntas a lo que contaste. Tu sabías que así iba a ser. Esas puntas que sacan, más que nada las usan para herirse ellos mismos, para flagelarse porque les duele la belleza de tu obra, en la que ellos y todos los demás hemos bebido, hasta los cubanos que no saben que tienen boca. Criticándote a ti hacen su propio mea culpa, ignoran, desde su inmadurez, que un hombre se hace siempre de todo material, y que es de una sola pieza, pero que ha fraguado en repetidas y distintas forjas. Quieren hacer, como dijo el profeta, del icono pedazos, y se avergüenzan del rinconcito que te habían hecho en sus altares. Sigues siendo pionero y sigues haciendo poesía, de la manera en que yo lo veo. A veces uno está en un lugar y en una circunstancia, y como persona falible que es, lleno de pulsaciones de tiempo, no siempre hace lo perfecto, y lo perfecto también es una pulsación más sometida al arbitrio del tiempo. Lo que hayas dicho frente a una puerta cerrada puede importar más para algunos que lo que ahora dices frente a innúmeras puertas abiertas. Pero yo no creo que ese es el caso. Si nos duele tanto lo reprobable que pueda haber surgido en aquellos años, y si las circunstancias no nos hicieron peores, y las mismas cosas no fueron quizás peores, entre otros motivos es porque en tus canciones se dibujaba algo mejor.
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